12 ¶ Y fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13 Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem; ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí. 14 Y él le dijo: Ve la paz de tus hermanos y la paz de las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem. 15 Y lo halló un hombre, andando él perdido por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas? 16 Y él respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde pastan. 17 Y aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán.
18 Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, pensaron contra él para matarle. 19 Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador; 20 ahora pues, venid, y matémoslo y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia le devoró; y veremos qué serán sus sueños. 21 Cuando Rubén oyó esto , lo libró de sus manos y dijo: No lo matemos. 22 Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre. 23 ¶ Y sucedió que , cuando llegó José a sus hermanos, ellos hicieron desnudar a José su ropa, la ropa de colores que tenía sobre sí; 24 y le tomaron, y le echaron en la cisterna; mas la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.
25 Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas y bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. 26 Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho el que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? 27 Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; que nuestro hermano es nuestra carne. Y sus hermanos acordaron con él. 28 Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.
29 Y Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José dentro, y rasgó sus vestidos. 30 Y tornó a sus hermanos y dijo: El joven no parece; y yo, ¿adónde iré yo? 31 ¶ Entonces tomaron ellos la ropa de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñieron la ropa con la sangre; 32 y enviaron la ropa de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esta hemos hallado, reconoce ahora si es o no la ropa de tu hijo. 33 Y él la conoció, y dijo: La ropa de mi hijo es; alguna mala bestia le devoró; José ha sido despedazado. 34 Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso saco sobre sus lomos, y se enlutó por su hijo muchos días. 35 Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso tomar consolación, y dijo: Porque yo tengo de descender a mi hijo enlutado hasta la sepultura. Y lo lloró su padre. 36 Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial del Faraón, capitán de los de la guardia.