9 Y había un hombre llamado Simón, el cual antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había asombrado la gente de Samaria, diciéndose ser algún grande; 10 al cual oían todos atentamente, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Esta es la gran virtud de Dios. 11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas los había asombrado mucho tiempo. 12 Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba el Evangelio del Reino de Dios y el Nombre de Jesús el Cristo, se bautizaban hombres y mujeres. 13 El mismo Simón creyó también entonces, y bautizándose, se llegó a Felipe; y viendo los milagros y grandes maravillas que se hacían, estaba atónito.
14 ¶ Y los apóstoles que estaban en Jerusalén, habiendo oído que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan; 15 los cuales venidos, oraron por ellos, para que recibiesen el Espíritu Santo; 16 (porque aún no había descendido en ninguno de ellos, mas solamente eran bautizados en el Nombre de Jesus.) 17 Entonces les impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo. 18 Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19 diciendo: Dadme también a mí esta potestad, que a cualquiera que pusiere las manos encima, reciba el Espíritu Santo. 20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, qué piensas que el don de Dios se gana por dinero. 21 No tienes tú parte ni suerte en este negocio; porque tu corazón no es recto delante de Dios. 22 Arrepiéntete pues de ésta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te será perdonado este pensamiento de tu corazón. 23 Porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. 24 Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, que ninguna cosa de éstas que habéis dicho, venga sobre mí.
25 Y ellos, habiendo testificado y hablado la Palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas tierras de los samaritanos anunciaron el Evangelio.