16
Los príncipes y todo el pueblo respondieron a los sacerdotes y profetas:
«Este hombre no ha hecho nada que merezca la pena de muerte, porque nos ha hablado en el nombre del Señor, nuestro Dios.»
17
Algunos de los ancianos del país se levantaron y hablaron a todo el pueblo allí reunido, y dijeron:
18 «Durante el reinado de Ezequías sobre Judá, el profeta Miqueas de Moreset habló con todo el pueblo de Judá, y le dijo de parte del Señor de los ejércitos: “Sión quedará como un campo barbechado, y Jerusalén se convertirá en un montón de ruinas. ¡En lo alto de la colina, el templo quedará convertido en un bosque!” c
19 Con todo, ni el rey Ezequías ni el pueblo de Judá lo mataron. Al contrario, Ezequías mostró su temor por el Señor y oró en su presencia, y el Señor ya no le hizo el mal que les había anunciado. ¿Habremos de cometer nosotros un mal tan grande contra nosotros mismos?
20 »También Urías hijo de Semaías, de Quiriat Yearín, fue un hombre que hablaba en nombre del Señor, y profetizó contra esta ciudad y contra este país, a la manera de Jeremías. 21 Cuando el rey Joacín y todos sus príncipes y grandes personajes oyeron sus palabras, el rey trató de matarlo; pero cuando Urías se enteró de esto, tuvo miedo y huyó a Egipto. 22 Entonces el rey Joacín mando a Elnatán hijo de Acbor, y a otros hombres con él, para que fueran a Egipto, 23 y éstos sacaron de Egipto a Urías y lo trajeron al rey Joacín, el cual lo mató a filo de espada y echó su cuerpo en la fosa común.»
24 Como Ajicán hijo de Safán estaba a favor de Jeremías, intervino para que no lo entregaran en las manos del pueblo y lo mataran.