9 ¡Levántense, mujeres indolentes! ¡Escuchen mi voz y mis razones, mujeres confiadas! 10 Ustedes, que ahora están tranquilas, dentro de poco más de un año se llenarán de pánico, porque las viñas no darán uvas ni habrá trigo en los trigales. 11 ¡Comiencen a temblar y a preocuparse, mujeres indolentes y confiadas! ¡Despójense de su ropa, y vístanse con cilicio! 12 ¡Golpéense el pecho y lloren por la belleza de los campos y por la fertilidad de las viñas! 13 En la tierra de mi pueblo crecerán espinos y cardos, y se acabará la alegría en todas las casas de la ciudad feliz. 14 Los palacios quedarán desiertos; no habrá más tanta gente en la ciudad; las torres y las fortalezas serán para siempre cuevas para los asnos del monte y pastizales para los ganados, 15 hasta que venga sobre nosotros el espíritu de lo alto. Entonces el desierto se convertirá en campo fértil, y el campo fértil será visto como bosque. 16 Entonces se impartirá justicia en el desierto, y reinará el derecho en el campo fértil. 17 La justicia hará posible la paz; la justicia redundará en reposo y seguridad para siempre. 18 Entonces mi pueblo vivirá en lugares de paz, en poblaciones seguras, en sitios de reposo. 19 El granizo que caiga, caerá en los montes, y la ciudad será abatida por completo. 20 ¡Dichosos ustedes, los que siembran junto a los ríos y arroyos, y dejan que anden libres sus bueyes y sus asnos!