6 Y cuando Herodes le había de sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, preso con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta, que guardaban la cárcel. 7 Y he aquí, el ángel del Señor sobrevino, y una luz resplandeció en la cárcel; é hiriendo á Pedro en el lado, le despertó, diciendo: Levántate prestamente. Y las cadenas se le cayeron de las manos. 8 Y le dijo el ángel: Cíñete, y átate tus sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Rodéate tu ropa, y sígueme. 9 Y saliendo, le seguía; y no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, mas pensaba que veía visión. 10 Y como pasaron la primera y la segunda guardia, vinieron á la puerta de hierro que va á la ciudad, la cual se les abrió de suyo: y salidos, pasaron una calle; y luego el ángel se apartó de él. 11 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo el pueblo de los Judíos que me esperaba.
12 Y habiendo considerado esto, llegó á casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban juntos orando. 13 Y tocando Pedro á la puerta del patio, salió una muchacha, para escuchar, llamada Rhode: 14 La cual como conoció la voz de Pedro, de gozo no abrió el postigo, sino corriendo adentro, dió nueva de que Pedro estaba al postigo. 15 Y ellos le dijeron: Estás loca. Mas ella afirmaba que así era. Entonces ellos decían: Su ángel es. 16 Mas Pedro perseveraba en llamar: y cuando abrieron, viéronle, y se espantaron. 17 Mas él haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto á Jacobo y á los hermanos. Y salió, y partió á otro lugar.
18 Luego que fué de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué se había hecho de Pedro. 19 Mas Herodes, como le buscó y no le halló, hecha inquisición de los guardas, los mandó llevar. Después descendiendo de Judea á Cesarea, se quedó allí.